El Terapeuta Delfincito abrió la puerta a las cinco en punto. Al hacerlo, se asomó una mujer joven. Era de estatura media, tez morena, cabello castaño oscuro y lacio. En su cara se notaban unas manchas negras que iban desde los ojos hasta la barbilla. Había estado llorando.
—Entra —dijo él— toma asiento donde gustes.
Ella observó la habitación. Como no vio el diván por ningún lado, se preguntó si no había ido a parar con un charlatán. Contrariamente a lo que esperaba, el consultorio constaba de tres sillones acomodados como si fuera a celebrarse una reunión informal en ese lugar, sólo faltaba una mesa para poner las bebidas y la botana. En una de las paredes colgaba un reloj de color blanco, encima de lo que debía ser un clóset. Era todo, no contaba siquiera con algún escritorio.
Se sentó en el sofá más cercano. Posteriormente, él se acomodó de manera que formaron un ángulo de noventa grados.
—¿Le ha costado trabajo encontrar el domicilio, señorita…? —comenzó para liberar la tensión de la primera vez, como le enseñaron en la facultad de psicología.
—Andrea Navarro Torres, puede llamarme Andy.
—Muy bien, Andy cuéntame qué te pasa.
—Me dan mucho miedo los insectos, doctor.
—¿Qué tipo de insectos?
—Los insectos comunes. ¡Todo tipo de insectos!
—¿Desde cuando te dan miedo?
—Desde que leí una novela en donde aparece una raza alienígena que quiere acabar con la humanidad.
—No distingo la relación entre tu fobia y los extraterrestres.
—A esos seres les llamaron insectores, he ahí el origen de mi malestar.
—Entiendo.
La sesión continuó. Delfincito recopiló datos de la paciente y juntos establecieron los acuerdos necesarios para el proceso terapéutico. Cincuenta minutos transcurrieron desde la llegada de Andrea hasta el momento en que se retiró, acordando la próxima cita.
Una semana después, acudió la señorita Torres a consulta, sin saber que su terapeuta le tenía preparada una sorpresa.
En esta ocasión el psicólogo cerró la puerta con llave para que ella no se escapara. Posteriormente dejó escapar cientos de insectos de todos los tipos habidos y por haber.
Los ojos de Andy casi se salen de sus cuencas. Comenzó a gritar a todo pulmón:
—¡¿Cómo se atreve?! ¡Están por todos lados! ¡Quítemelos de encima!
Así transcurrió media hora. A los treinta minutos se agotaron sus fuerzas. No pudo más. Sin embargo, a pesar de todo el terror que sintió, entró en un estado de relajación tal que el miedo había desaparecido.
—¡Ya no tengo miedo! —refirió la paciente.
Ahora quien gritaba horrorizado era el terapeuta. La fobia se había transferido.
Este es el tercer ejercicio del círculo de escritores Insectos comunes, sin embargo es el primero que realizo debido a mi reciente ingreso al grupo. El reto consistía en escribir de manera libre lo que es para mí insectos comunes.
Les dejo los textos de mis compañeros para que pasen a leerlos:
Insectos comunes, por Daniel Centeno (Angelos’s Universe)
Insectos comunes, por Cerdo Venusiano
Insectos comunes, por LaRataGris
Insectos comunes, por Esther Mg (Relatos Magar)
Insectos comunes, por Manu LF
Insectos comunes, por Toni Cifuentes
Insectos comunes, por Benjamín Recacha
Jajajajajajaja no sé por qué no me sorprende que él terminara fobico. Probablemente a mí me habría pasado lo mismo. Que asco.
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Jajajaja ahí quise plasmar el concepto de transferencia como si fuera algo literal entre paciente y terapeuta XD
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Sí, creo que fue bastante literal jajajaja. ¿Una transferencia en un consultorio gestalt? Una herejía ajajajaja.
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Nadie dijo que Delfincito fuera Gestalt 😉
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Pues tiene toda la finta. ¿Qué te digo? Cognitivo no es, y no conozco a ningún psicoanalista que use puff en lugar de diván. Y los sistemicos son más «formales», ¿no? Sólo se me ocurre esa onda malevola de aventarle los bichos a un Gestalt. No sé, pienso en voz alta.
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Probablemente renta consultorio XD
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[…] Insectos comunes por Jean Rush […]
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[…] Universos Jean Rush […]
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[…] Insectos comunes, por Chuckes […]
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Qué espantoso! Justo castigo por usar terapia de choque.
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Jajajaja si, bien merecido
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Yo no supero todavía que el terapeuta se llame Delfincito. Todavía me estoy riendo. Yo desde el nombre ya hubiera sospechado de charlatanería. Y qué horrible técnica de terapia, si a mí me la aplican con alguno de mis miedos, creo que le sacaría los ojos al señor Delfincito.
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Te sorprendería saber que en uno de los universos son muy comunes ese tipo de nombres. Yo también le haría algo así :S
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[…] Universos Jean Rush […]
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[…] Lee a Benjamín Recacha Lee a Daniel Centeno […]
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